Bueno, quiero comenzar a escribir diariamente. Y entre las cosas que se me han ocurrido, es hacer un mini cuentito durante toda una hora. A saber lo que saldrá, pero creo que es una buena manera de comenzar a aplicarme en la escritura y para ir llenando las hojitas de escritos, miles y miles de escritos... me hace falta escribir mucho =/
Pero bueno, traigo la idea de un pequeño relato desde hace un par de días, y es éste el primero de los cuentitos que voy a escribir. Espero les guste, ya que al momento de escribir ésto, no tengo idea de cómo saldrá jajajajaja. Have FUN!
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La Mujer Florero.
-¿Mamá...?
-Dime, cariño.
-Sólo quería decirte que de grande yo quiero ser como tú.- La pequeña Mariana dijo sin volver la vista hacia su madre.
-¡Muchas gracias, cariño mío! Me haces muy feliz al decirme ésto.- Expresó Doña Susana al momento que dejaba de lavar los platos, se secaba las manos y corría a abrazar a su niña en la mesa del desayunador.
-Sí... es que quiero ser una mujer florero y no hacer nada más que verme bonita para papá.
Doña Susana deshizo el abrazo y se quedó muda. Su niñita le acababa de dar el golpe de realidad más fuerte de su vida. Se mantuvo de pié junto a Mariana, mirándola, y de pronto reparó que estaba muy ocupada haciendo un dibujito. Con color rojo rellenaba algunas rosas y le pintaba la boca a una figura femenina, sentada sobre la mesa, justo en el centro, como un florero.
-¿Qué has dicho?- Al fin pudo articular palabra la señora Susana.
-He dicho...- comenzó de nuevo Marianita- que de grande quiero ser como tú.
-¿Pero, cómo que como yo, m'ija?
-Sí. Es que me dí cuenta de que eres como un florero, mamá, y yo quiero hacer lo mismo que tú.
-... a ver... explícate.
-Quiero decir que eres igual a un florero. Siempre llevar flores en la cabeza... te mueves de un lado al otro como un florero que estorba... siempre estas bien bonita y hueles rico, justo como las rosas de un florero... y si papá te rompe, al otro día estás vestida con ropa nueva. Como cuando rompí tu florero azul, y al otro día tenias uno rosa en la mesa.
Susana se quedó sin palabras.
-Es por eso que creo que eres una mujer florero, mamá. ¡Y yo quiero hacer como tú!
FIN
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"Ése es el precio que pagas cuando partes: los objetos no se quedan donde los dejaste, los amigos difuminan tu recuerdo apenas les das la espalda, los parientes no te vienen a buscar porque los tenues lazos se estiraron en la distancia y terminaron quebrándose. El mapa de la isla del tesoro que se pierde. Les ocurre a todos porque todos, tarde o temprano, parten a algún lugar".
La materia del deseo
Edmundo Paz Soldán
martes, marzo 31, 2015
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