Sólo yo tengo control de mis deseos... pero tú eres capaz de crear más de éstos.
Debería dejar de verte todos los días, eres malo para mi salud.
Pero cuando te veo, se me alumbra la mirada.
Me estresa ser tan débil en todos mis aspectos.
Ridículo emocional? Tienes razón.
Corazón de porcelana, cuarteado por doquier.
Simetría animal... odio las comparaciones.
Dolor en el cuello y en el miocardio.
Y la mitad de mi corazón sigue sin poder latir.
Necesito un cigarro que mate mis ganas de morir.
O una vida que reviva mis muertes corazoneras.
"El reino animal no puede juzgar a los humanos!"
Ya no puedo considerarme humana.
No sé qué soy, no sé a donde voy, pero sé lo que me mantiene atada al ayer y al hoy.
El reloj sigue corriendo, pero sólo yo puedo detener mi corazón.
Sin un brazo, aún se puede escribir; sin una pierna, aún se puede correr; pero sin decisión, ya no podría continuar.
Si te niegas a verme... terminaneros siendo extraños atados por una promesa que se convirtió en mariposa.
"Ése es el precio que pagas cuando partes: los objetos no se quedan donde los dejaste, los amigos difuminan tu recuerdo apenas les das la espalda, los parientes no te vienen a buscar porque los tenues lazos se estiraron en la distancia y terminaron quebrándose. El mapa de la isla del tesoro que se pierde. Les ocurre a todos porque todos, tarde o temprano, parten a algún lugar".
La materia del deseo
Edmundo Paz Soldán
jueves, agosto 19, 2010
gata sin manada
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