Se comenzó a escribir el lunes 21 de mayo del 2007
AMOR NARCÓTICO
Capítulo 1
12:17am, Cadereyta Jiménez, Las Espigas.
Era una noche fresca, aunque no fría, y el aire corría suavemente de vez en cuando.
Suena un celular, un mensaje ha llegado.
“Bueno, platicamos luego. Mañana tengo escuela. Que duermas rico niña hermosa. Bye”
-Jajajaja- Rió ella al leer lo que su amigo de la capital le mandaba – veamos… -muerde un poco sus labios mientras continua caminando- ya sé! “Descansa tú tambien, duerme rico, niño lindo. Chao!”… y, enviar... jeje.
Ella, de cabello castaño rojizo, semiondulado y largo hasta un poco bajo los hombros, y de grandes ojos color café; vestida con un pantalón pescador de mezclilla azul, blusa sin mangas y con capucha del mismo color y tenis Converse negros con suela blanca; caminaba sin rumbo por aquella colonia, como siempre que necesitaba aire fresco; nunca había importado la hora. Guardó su celular en la bolsa del pantalón.
Aunque aquella calle por la que estaba pasando le daba un poco de miedo, pues habían de un lado un centro deportivo conocido como “Las Canchas” -nadie sabía a ciencia cierta el nombre real de aquellas instalaciones- , del otro lado habían puras casas desocupadas, atrás unos lotes baldíos donde gente extraña se juntaba a tomar y emborracharse hasta altas horas de la noche. Ella caminaba rápido en esa parte, pues la poca luz no le daba nada de seguridad.
De pronto, un brazo salido de una cochera sombría le tapa la boca y la jala hacia ella. La gravedad hizo que ella terminara sentándose en el suelo. “Shhhhh!!!” dijo una voz. Ella forcejeo, tratando de salir de ésa aterradora situación.
-por favor quédate quieta! No deseo hacerte daño!- Una voz extrañamente dulce le solicitaba silencio.
Ella volteó a ver a su raptor. Quedó aún más sorprendida, pues se trataba de un muchacho apuesto y en forma que estaba sentado tras de ella –parecía tener su misma edad-. Por lo que pudo ver en la oscuridad, tenía el cabello castaño claro, corto y peinado hacia arriba y el centro –como era la moda usarlo-, traia una arracada en la parte superior de la oreja izquierda que lo hacía ver peligrosamente sexy, además de jeans desgarrados y una playera café con verde. Una idea estúpida cruzó por su mente. Dejó de moverse.
-¿Q-Qué quieres de mí?- preguntó asustada y apartándose un poco de él.
-Unos tipos están persiguiéndome, y necesito un celular. Me he quedado sin crédito- explicó él.
La muchacha sacó el celular, que acababa de guardar, y se lo tendió, temblorosa por el susto.
-Gracias, no tardaré mucho. Lo prometo.- Marcó un número. Casi de inmediato le contestaron.- Soy Daniel –“Daniel…”dijo para sí la chica, pensando que era un hermoso nombre.- No. No lo pude terminar, me descubrieron. Además me vienen siguiendo…
Algo se escuchó. Botellas de vidrios eran hechas añicos contra alguna pared cercana. Ambos brincaron del susto, poniéndose de pié inmediatamente. Él, “Daniel”, alejó el auricular de su oído, acercándose a decirle algo a la muchacha.
-Debo irme. Juro que te regresaré tu celular. –Habló en voz baja- Rápido, ¿cómo te llamas?
-Ah? Ah! Cla-Claudia-.
-Bien. ¿Claudia, tienes algún número en el cual localizarte después?
-S-Sí, en el celular, como Mamá cel 2- contestó veloz, señalando el aparato.
-Yo te llamo luego- Voces y pasos se acercaban presurosos- quédate aquí hasta que pase el peligro, después vete directo casa. ¡Nos vemos!
Y así, aquél muchacho misterioso hecho a correr hacia los lotes baldíos, mientras ella, desconcertada, se ocultaba entre las sombras de aquella cochera. Dos tipos; uno alto y fortachón, con cara de haberse tomado una botella completa de vinagre y otro no tan alto, con panza cervecera y cara de pervertido, pasaron corriendo hacia la misma dirección que la del chavo. Pero en el preciso momento en el que cruzaban frente a la cochera, alguien del interior de aquella casa encendía la luz, viendo por completo a la muchacha que intentaba esconderse de ellos.
Aquellos dos, al percatarse de la chica, detuvieron el paso y voltearon a verse entre sí como quedando de acuerdo. Pareció que ella leyó sus mentes, pues salió corriendo lo más veloz que sus piernas le permitían, dando la vuelta a la esquina, para cruzar la calle y pasar de lado al mini súper y atravesar la pequeña avenida sin tomar precaución de los coches. Los dos hombres corrían tras de ella intentando alcanzarla, pero ella demostró agilidad al correr y esquivar obstáculos tales como perros, carros estacionados, etc.
Al otro lado de la acera, ella huyó hacia la izquierda, pasando de largo la vuelta que la llevaría a su casa. Llegó a la esquina y dio a la derecha, podía escuchar a esos tipos siguiéndola.
Cruzó una, dos calles; y a mitad de ésta última, volteó atrás mientras corría para ver si aún estaba siendo perseguida. Escuchó voces adelante. Miró rápido al frente, pero era demasiado tarde; estaba cara a cara con otro muchacho, quien al recibirla es tumbado por la velocidad de ella. Los dos tocaron tierra.
-Wow!, ¡qué trancazo! ¿Están bien?- una voz conocida preguntó riéndose un poco
Claudia miró a quien preguntaba, e inmediatamente después a quien había tumbado. Ambos eran amigos suyos; en el suelo estaba Polo, su mejor amigo –de cabello corto, ondulado y color castaño oscuro, tez canela, de 1.70m, esbelto y ojos café-, sentado y aún sujetando a Claudia; y Luis –de cabello oscuro y un poco largo, ojos negros, tez blanca, delgado, se estaba dejando crecer la barba y además era igual de alto que Polo-, que también era su mejor amigo, estaba de pié junto a ellos.
-¡Polo, Luis!- exclamó algo aliviada. Pero de inmediato recordó a los hombres que la perseguían, poniéndose en pié- ¡Escóndeme en tu casa, por favor Polo!!- le suplicó mientras ayudaba a su amigo a levantarse.
Los dos chavos se sorprendieron. Claudia los tomó de las manos y corrió jalándolos hacia la casa de aquél a quien le suplicaba ayuda. Sólo tuvo que dar vuelta a la derecha en la esquina y unas casas después, ahí estaba.
-¡Luego les explico! ¡Por favor, ayúdenme!-
-…sí…- Polo abrió la puerta de su casa, y los tres entraron. La chica le pidió que apagara la luz de la sala y prendiera la de la cochera, de ésta manera podía ver hacia fuera sin problemas.
Claudia se quedó vigilando, mientras Polo iba por un vaso de agua a la cocina y Luis se sentaba cautelosamente en el sillón pequeño de la sala. Toda la casa estaba en silencio.
-¿Qué ocurre Clau?- le peguntó Luis
-Salí a caminar y dos viejos me vieron y comenzaron a seguirme… tuve miedo de que quisieran abusar de mi… -su voz temblaba y sólo dejó de ver afuera por un segundo. Polo regresaba e intercambió miradas con Luis.
-Toma Clau, te serví agua para que te puedas tranquilizar- se la entregó- ven, siéntate. No creo que esos tipos puedan encontrarte aquí- la tomó de los hombros y la condujo al sofá.
Polo notó que su amiga temblaba. Él se sentó a su lado, no dejaba de mirarla, preocupado.
-Clau, no deberías salir tan noche, y menos sola, sobretodo porque ahora está muy peligroso por todo lo de los narcos, los levantotes y todo eso- comentó Luis, sentado frente a ellos.
-Lo sé, pero es que ya es costumbre para mí salir a caminar de noche…- se apenó un poco
-¿Y tu mamá permite esto?- preguntó Polo
-Mi mamá no está tan conciente de mis salidas nocturnas… ella cree que únicamente me voy al techo a pensar. Además, normalmente yo no salgo sino hasta las 2 o 3 de la mañana…- tomó un poco de agua, y prosiguió- A veces necesito salir de casa, pues el ambiente se llega a poner insoportable…- fijó su vista es sus tenis negros.
De la habitación más cercana, salió una señora, era la madre de Polo. Claudia estaba tan nerviosa que volvió a brincar del susto por segunda vez en la noche, pero pudo aparentarlo saludando a la señora.
-Se-señora, ¡b-buenas noches!
-Ah! Claudia! ¿Cómo estás? ¿Irás tú también con los muchachos?- se acercó a saludarla de beso. Clau no supo qué contestar y volteó a mirar a sus amigos.
-Sí Ma’, ella nos vá a acompañar- Polo se apresuró a decir.
- ha qué bien! Bueno, yo iba al baño jeje, con permiso- se dirigió al sanitario, pero su hijo la detuvo.
-Ama’ ¿me dejas llevarme el carro?-
-eh? – pensó un poco- Está bien, pero se van con cuidado he?- y entró por fin al sanitario.
-Gracias!- dijo, mientras por dentro un “YES!” retumbaba- ¿te llevamos a tu casa?
Claudia asintió. Polo quitó las llaves del pequeño perchero que para eso estaba en la pared. Pero antes de salir, apagó la luz de la cochera a petición de Claudia. Salieron, y rápidamente Polo abrió primero la puerta del copiloto a su amiga, pues aún se le veía muy nerviosa, y miraba para todos lados, y ella quitó el seguro de la puerta trasera para que Luis se subiera. Polo tomó su lugar en el asiento del piloto, tras el volante.
El automóvil se trataba de un Chevy color plata; un auto compacto pero cómodo para viajar con pocas personas. Pusieron la reversa y así salieron del pórtico, y Polo torció el volante a la derecha, para darle en dirección hacia donde fue derribado, pero Claudia lo detuvo.
-No! Espérate! Si le das por ahí, puede que nos encontremos a ésos tipos, y no quiero ni verlos de lejos.
-Dale para el otro lado, no?- Luis se inclinó hacia delante, por en medio de los asientos delanteros, para estar más cerca de sus amigos.
-Bien, por el otro lado entonces-
Torció de nuevo el volante, ahora para el lado contrario, y el coche comenzó a moverse hacia su izquierda. La única salida que quedaba por ése camino sería la más larga, pues tenían que rodear toda la colonia y salir por la calle de “
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